viernes, 2 de septiembre de 2011

CARTA DE AJUSTE (DE CUENTAS)

Podría decirse que soy un indignado catódico.
Cada noche llego a casa, enciendo la tele y no pasa nada. O sí que pasa, pero no me interesa. En cualquier caso, lo que ahí sucede poco tiene que ver conmigo: cuanto más miro a través de la pantalla, más fuera estoy. Y entonces me siento como un turista perdido en la ciudad más remota de un continente lejano. Aunque eso sí: reconozco que ahora, gracias a la TDT, puedo aburrirme de 48 maneras distintas.
Hasta hace poco creía que el problema era mío. Si el invento funciona, pensaba yo, es porque la gente (la mayoría de la gente) lo compra. Pero últimamente no estoy tan seguro.
Ocurre que de un tiempo a esta parte trabajo en una empresa (de cuyo nombre nunca querré acordarme) que provee de servicios a muy diversos sectores, entre ellos el televisivo. De resultas de esta actividad mantengo frecuentes contactos con directivos de cadenas, consejeros delegados de productoras y otros muchos elementos del subsistema (tómese lo de “elementos” como cada uno quiera). Y me he dado cuenta de algunas cosas.
En primer lugar, los programadores y los creadores de formatos no entienden a la gente, ni lo pretenden. Para ellos somos una masa amorfa, voluble y peligrosamente cambiante de la que no conviene fiarse, pero que de vez en cuando se engancha a un programa determinado. Y ese programa es el que hay que copiar. Por eso hemos pasado de no tener ningún concurso a saturar la parrilla con docenas de ellos, o de carecer de series de época a nadar en un océano de águilas rojas y piratas Rubios.
Los señores de la tele intentan abrir el cerrojo de la audiencia a ciegas y dando bandazos como un borracho de vuelta a casa, en vez de escuchar las instrucciones de quienes les podríamos abrir, con una sonrisa, la puerta de nuestro salón. Muchos imaginamos programas que nos gustaría ver o añoramos temáticas de las que nadie habla, pero es en vano. Sabemos que no hay nadie al otro extremo del aparato.
Por otro lado, los espectadores no hacemos oír nuestra voz. No basta con elegir entre tragarnos lo que nos echen o apagar la tele en silencio: alguien tiene que saber que el modelo actual no nos gusta, y que nuestra opinión es digna de tenerse en cuenta.   
Resumiendo: he llegado a la conclusión de que los responsables del asunto audiovisual están tan alejados del criterio del público como los políticos de sus votantes. Por eso me he decidido a crear esta Puerta del Sol virtual para quejarme cuando me apetezca, para aportar ideas y para que todos los que creáis posible una televisión mejor plantéis aquí vuestra pancarta.


(Por cierto: en mis conversaciones profesionales me entero de algunos secretillos que más adelante se convierten en titulares de Vertele y similares. Como lo que más detesto en el mundo es la falta de discreción, pienso castigar la ligereza de mis confidentes publicando cada primicia de inmediato y  con todo detalle. Permaneced atentos a la pantalla)

4 comentarios:

  1. Estoy contigo¡ Yo también me siento un indignado de la tele. Este movimiento se llamará 2S

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  2. A ver a ver... Nos podemos indignar, pero k no se le ocurra a nadie kitar a los piratas... No hay ningun actor al k le siente mal ese disfraz...
    ;-)
    Por cierto, almiranteben... p k kieres llamar a ese movimiento 25... 25 k?

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  3. Querido Olivier. La visera de esa gorra no te ha dejado ver que no es 25, sino 2 y una letra"S". Este nombre no va a triunfar.

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